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Sevilla, España. Mi madre me trae a este mudo. ¡Gracias mamá!
Sevilla, España. Termino el último examen en la universidad. Ingeniero en Informática. No sabía lo que me deparaba el futuro aún…
Madrid, España. Creo que primera empresa con mi actual socio, Miguel. Dos chavales de veintipocos años. EMACS. Ingeniería y distribución de electrónica industrial, seguridad e incendios.
Madrid, España. Creamos nuestra segunda empresa. Exclusiva para proyectos de seguridad electrónica. Vamos creciendo.
Casablanca, Marruecos. Se nos ocurre intentar el mismo modelo de negocio en el país vecino. En África. Nos pegamos una hostia de las buenas. Reculamos.
Miami, USA. Tras muchos años en Europa, y varios negocios funcionando, intentamos el sueño americano. Nos damos cuenta que no tenemos estructura para manejar dos continentes a la vez. Toca recular otra vez, aunque es un aterrizaje suave.
Madrid, España. Llevo una vida profesionalmente complicada. Muy cargado. Sin tiempo. Empiezo a leer literatura financiera. A aprender cosas nuevas. Dejo de salir. Tomo decisiones de dejar de hacer lo que me hace sentir bien para hacer lo que hace bien (sí, tachando sentir).
Madrid, España. Nos encierran. Vivo el confinamiento en solitario. Más tiempo para leer. Más tiempo para absorber conocimiento. El aprendizaje se acelera.
Madrid, España. Primeros movimientos de inversión. Mucho miedo de cagarla. Con precaución. A lo seguro: poco riesgo, poca pérdida (y poco beneficio). Fondos indexados.
Madrid, España. Deshago posiciones. El interés compuesto no le gana la partida a la inflación compuesta. Poco los entienden. Hay que seguir aprendiendo. Encuentro el mundo cripto.
Madrid, España. Creo que las criptos no son ninguna estafa. Arbitrajes, staking, efecto Cantillon. Mucha mezcla de conceptos en mi cabeza y la sensación de haber sido engañado durante toda mi vida. Decido dar un paso al frente. Me la juego sintiendo que iba a palmar toda la posición.
Madrid, España. Ha pasado de todo en los últimos 6 meses. Una locura. La vida me ha cambiado, y si no lo estropeo, para siempre. Hay que seguir aprendiendo, pero ya me doy cuenta que tengo que enseñarte a conseguirlo.
Lisboa, Portugal. Soy un nómada digital, aunque mi principal residencia sigue en Europa.